jueves, 3 de diciembre de 2009

En un comienzo... Narwhal

En un comienzo Narwhal, este animal marino casi onírico vagaba como un fantasma autista por los laberintos de la memoria y la imaginación. El tiempo de vivir entre otras palabras, había terminado. Empezaba entonces un tiempo de hacer oír sus voces y sus melodías para regresar un día al origen de todas las cosas que viven en los sueños.
El sol, el viento, la lluvia, el río y el océano conforman el alma de este animal que abre sus ojos, sus oídos y su boca al trajín de los insectos, a la leve temporalidad de una flor silvestre y a la majestuosidad pomposa de la noche estrellada.
El unicornio oceánico pesca con su cuerno en espiral emociones diversas, plácidas sensaciones, angustiosos temores, iras portentosas y alocados disparates pretendiendo hacerlos canción.
Narwhal es solo una palabra, la más hermosa y sonora para el gran poeta y un regalo inolvidable de un amigo. Así cada canto es una capsula de tiempo y emoción gutural, casi rupestre en su temática y una expresión de amor e ingenuidad sin pretensiones de personas, hombres y mujeres, cuyos nombres no importan. Un pianito de juguete encontrado en la basura por las manos inquietas y virtuosas de uno de nosotros nos puso a hablar por la boca de tantas emociones que estaban ocultas en la inmaterialidad. Con ingenuidad casi infantil nos comunicamos a través de la intuición para descifrar el dialecto del unicornio del mar llamado Narwhal.

Una y mil historias subyacen en cada canto, a veces llegan los sonidos a la mente producto de emociones vividas en la realidad o por la magia repentina que surge al calor de un momento. Ninguna es fiel retrato, todas son frutos de la casualidad y la persistencia con el único fin de maravillarnos a nosotros mismos, de sorprendernos con el hecho irrefutable de que en toda la naturaleza real hay mas de un discurso y que en sus enunciados hay tantos interpretes como personas para descifrarlos…

Hemos pasado años desenterrando al unicornio oceánico, la vastedad de este océano impide develar todo cuanto nos ha susurrado al oído, en eso estamos, navegando hacia los cuatro puntos cardinales de su alma.
De una u otra manera sabemos que esta voz subterránea no va con la corriente, casi no maneja los códigos de la comunicación de esta era, pero persiste quien sabe por que, en sus enunciados. Quizás no nos alcanzara el tiempo para contar la historia completa, pero no importa, puesto que no era nuestro deber, sino que nuestro placer. ¿Qué importa si morimos en el intento, si todo el universo es un cadáver?...

Pasaran los años, las décadas agitadas del hombre actual que se adentra raudo hacia la nada, y Narwhal seguirá aquí cantando su minúscula historia onírica y terrenal viviendo en el alma de un ordenador o navegando por el universo finito y perecedero de una anticuada cinta de casete.

Victor Perez